“Interrogar es un arte”, concluye Jorge Alberto Araujo en el capítulo final de su libro. Un arte de ardua y delicada ejecución, edificado sobre una compleja base de sutiles manejos psicológicos, vivencias forenses, prácticas de vida y sagacidad intelectual. Desde su rol de juez, el autor ha tenido que interrogar y también ha presenciado (y apreciado) la forma en que otros lo han hecho. De esa experiencia ha logrado decantar aciertos y errores, técnicas y sugerencias, caminos a seguir y otros a evitar, que se sintetizan y vierten generosamente en esta obra de lectura amena, valioso instrumento para quienes operan en el universo forense.